¡Maldita embaucadora, vas a volverme loco! by Mina Vera

¡Maldita embaucadora, vas a volverme loco! by Mina Vera

autor:Mina Vera [Vera, Mina]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Humor, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-06-16T00:00:00+00:00


* * *

—¡Castaña! Y con flequillo. Lo sabía.

Con la paciencia que había forjado durante sus largas horas de investigador privado, Diego había permanecido a la espera en su coche, a cierta distancia para que ella no lo divisara cuando saliera, ya que su Mustang la pondría sobre aviso. Solo se había quitado la peluca, llevaba la misma ropa.

—Aficionada —barruntó.

Aunque se sintió un poco insultado por su confianza en que no fuera a estar vigilando, en el fondo lo alivió ver que tampoco había una gran estrategia de manipulación detrás de los actos de aquella mujer, la cual ni siquiera sabía si se llamaba Nerea en realidad.

La siguió a pie, pues tenía la intuición de que no iría lejos. Efectivamente, entró en otro hotel a solo cuatro manzanas del primero.

No quería arriesgarse a que lo viera, aunque tampoco podía perderla de vista, o acabaría en una habitación de las docenas de aquel hotel y no podría dar con ella. Una vez dentro del edificio, la vio subir en un ascensor, sola. Esperó a que se detuviera en alguna planta y que el indicador luminoso le revelara cuál. Segunda. Ya podía correr para lograr alcanzarla.

Oyó un suave portazo justo cuando llegó, subiendo las escaleras de tres en tres, hasta el segundo piso. Solo había salones de convenciones, así que se dedicó a escuchar puerta a puerta, tratando de detectar su voz. No lo logró. Tampoco cedió ninguna de las manillas. Tendría que esperar a que saliera. Hacerlo junto a los ascensores le pareció lo más acertado.

—¿Busca algo?

Diego se giró al escuchar a su espalda la voz de una mujer mayor. Llevaba un uniforme de cocinera, y lo miraba con el ceño fruncido.

—He quedado con una amiga, pero he olvidado el nombre del salón donde debíamos encontrarnos. Tampoco me responde al móvil, así que iba a esperarla aquí. Supongo que me llamará ella.

—¿Cómo se llama su amiga?

—Nerea.

Diego apostó a esa baza. No perdía nada por intentarlo. ¿Podría haber otra Nerea casualmente por allí? Lo dudaba.

—¿La hija del señor Vidal?

—Así es —afirmó con entusiasmo, tratando de no mostrarse sorprendido.

Nada menos que la hija del dueño…

—Ella y las demás chicas se reúnen en el salón Albufera. ¿Va usted a participar en su colección de moda?

¿Colección de moda? Aquello no tenía sentido en ninguna de sus teorías, pero le siguió la corriente.

—Cualquier cosa que Nerea necesite. Para eso están los amigos.

—Eso creo yo también. —La mujer le sonrió, tragándose la pantomima al cien por cien—. Sígame, es por aquí. Yo le abro. Si no ha llegado, la espera dentro.

—Muy amable.

Avanzaron hasta dos puertas más allá de donde se encontraban. A Diego se le mezclaron las ganas de reír con el enfado que llevaba desde que descubriera que lo había estado engañando. La mujer abrió la puerta con una llave magnética que, supuso, sería maestra —por lo que el puesto que desempeñaba no sería de simple cocinera, sino algún cargo de mayor responsabilidad—. Lo invitó a pasar después de que ella comprobara si había alguien dentro.

—Gracias.

—Niña, aquí traigo a tu amigo.



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